El tercer partido de pretemporada del Decano, dejó una de esas paradojas que el fútbol suele ofrecer. Durante el segundo periodo, el técnico Pedro Morilla, hizo debutar al canterano Adán Benítez, 19 años, algo que no es relevante en un partido de verano que un jugador de la casas debute con el primer equipo. Pero la anécdota reside en que, Adán es hijo de otro jugador ilustre del Decano, Ignacio Benítez, aquel habilidoso zurdo, con un pie de ensueño y que dio tantas tardes de gloria con la albiazul, logrando dos ascensos a Primera División y clasificadose con el Recreativo para la histórica final de Copa del Rey, siendo titular insdicutible.

Como decimos, la casuística en este asunto, es que el destino, sin que nadie lo preparase, es que Adán debutó con el mismo dorsal que lo hizo su padre y que jugó como profesional su primera campaña, el 27.

Adán, que comenzó en el fútbol en la misma posición que Ignacio, ha ido acoplándose a labores mas de carril, para ser un jugador de banda moderno, que ataca la profundidad y heredando la zurda de su progenitor. Ayer debutó, se levio con confianza y aplomo, fue objeto de un penalti clamoroso y no dudó en participar en la tanda desde los once metros realizando un lanzamiento más propio de un veterano.

Ahora que se habla tanto de las carencias en esa posición del flanco zurdo de la defensa por las lesiones, resulta gratificante que gente de la casa como Pablo Évora y el mencionado Adán Benítez, den un nivel más que apto para confiar en ellos. Sin prisas, pero que no se pierda de vista a estos chicos que ya han presentado sus credenciales.

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